miércoles, 29 de febrero de 2012

Piso nuevo

Estoy harto de mis vecinos de arriba. Harto.
Es la típica familia que debería vivir aislada en un bosque lejos de la civilización, porque no saben comportarse. Gritos, golpes, muebles que se caen... y a cualquier hora. Da igual que sean las 14:00 que las 04:00, alguna lían.

La verdad es que cuando alquilé el piso no pregunté por los vecinos. Pero claro, tampoco me habrían dicho que tendría una familia chiflada encima, pues no lo alquilaría nadie. Me jode decir que la inmobiliaria me la ha colado pero bien. Qué hijos de puta.

Son las tres de la mañana y me acaba de despertar un grito agudo. Un chillido. Como alguien que teme por su vida. La verdad es que tengo el corazón a mil y los pelos como escarpias. Seguidamente se han escuchado ruidos fuertes, como si se tirasen los muebles.

Ahí, la verdad es que no he podido más y he cogido la escoba y he comenzado a dar golpes en el techo y a soltar mil insultos a cada cual más bestia mientras seguía dando golpes cada vez más fuertes. Hasta que se han calmado. La cosa podría haberse quedado ahí, pero era tal mi estado de rabia y con la adrenalina a tope como la tenía, he llamado a la policía para denunciar todo lo que pasaba.

A los pocos minutos de colgar, han llamado a la puerta. Joder. La verdad es que han sido muy rápidos, debían tener alguna patrulla por el vecindario. Me he levantado y al ir a abrir, un escalofrío me ha atravesado de lado a lado. He mirado por la mirilla y he visto cuatro figuras delante de mi puerta, dos adultos y lo que parecían dos niños. Estaban los cuatro en fila, sin moverse, sin hablar entre ellos. El hombre llevaba algo en la mano, un cuchillo, o algo así.

De repente, se ha abalanzado sobre la mirilla y he podido ver la negrura de su ojo como penetrándome. He pegado un salto hacia atrás de la impresión, y me he quedado paralizado unos minutos. La verdad es que estaba cagado de miedo. Apenas respiraba, no quería hacer el más mínimo ruido.

Han vuelto a llamar a la puerta. No he podido ni moverme. Tampoco quería. No quería que nadie supiese que estaba ahí. Vuelven a llamar. Dejo de respirar y acurruco la cabeza entre las piernas. Estoy aterrado, no sé qué me pasa. Tengo una sensación muy angustiosa.

Vuelven a llamar. Esta vez los golpes en la puerta vienen seguidos de una voz femenina que se identifica como policía. A duras penas consigo ponerme en pie y aún temblando, consigo echar un ojo por la mirilla..

Veo a dos agentes uniformados. Vuelven a llamar. Esta vez sí abro la puerta.
Debía tener muy mala cara pues me preguntan varias veces si he sido yo el que ha dado un aviso y si me encontraba bien. Entran en mi casa. Insisten en hacerlo para asegurarse de que todo está bien. Obviamente en mi casa todo está bien.

Les pregunto acerca de su comportamiento. No esperaba escuchar aquello.
Ya habían estado minutos antes el piso de arriba con ayuda del conserje, que les abrió porque en ese piso no vive nadie desde hace meses. Antes vivía una familia. Padre, madre y dos niños. Padre, madre y dos niños, casualmente como los que acababa de ver hace escasos momentos detrás de mi puerta.

Aún temblando, les pregunto por qué se marcharon.
Me responden que no se marcharon, que el padre se volvió loco y los mató a todos. Primero los encerró a cada uno en una habitación, bloqueando las puertas con los muebles, y luego los degolló para, por último, lanzarse él por la ventana.

Les pido por favor a los agentes que me escuchen, que digo la verdad, que están pasando cosas muy extrañas, pero me tratan como a un loco e insisten que arriba no hay nadie..

Alguien ríe en el piso de arriba..

Acaban de llamar a la puerta de nuevo.

2 comentarios:

Deja tu comentario, mortal.